lunes, 3 de junio de 2013

10 meses después

Mi bebé cumple mañana 10 meses y aunque todavía es una bebé yo la veo enorme. Ya no me cabe en el brazo, ya gatea, ya tiene 2 dientes, ya sabe cuándo esta sola y cuándo está con gente extraña; ya come de todo; ya balbucea, ya ríe a carcajadas.

Si algo cambia con la llegada de un bebé, además de todo lo demás, es la noción del tiempo: Del tiempo inmediato como el que uno pierde en un trancón y se vuelven minutos interminables mientras uno llega a reencontrarse con la bebé (y a recibírsela justo a tiempo a la señora que la cuida y que trabaja hasta las 6 pm...) pero también los tiempos más largos como los meses: es increible que hace tan solo 10 meses yo aún estuviera embarazada y no hubiera visto la cara de mi bebé, que ahora me parece que la conozco desde siempre. La cara omnipresente que está en mi celular, en la pantalla de mi computador de la casa, en la oficina, en portarretratos, en la billetera. El rostro que me hace feliz. 10 meses son un tiempo muy corto para tanta revolución...

Pero también cambia la visión del tiempo a largo plazo... ahora pienso cosas como: "cuando ella tenga 20 yo tendré 57". Mi mamá tenía 23 cuando me tuvo y siempre vi a mi mamá como una señora muuuuuy adulta, muy mayor. Mi hija me verá como una anciana, cuando ella esté en la universidad yo estaré próxima a pensionarme (ojalá). Toda una vida de distancia.

Me he vuelto trascendental. Pienso cosas como las del párrafo anterior y pienso además que como posiblemente no tendré otro embarazo, entonces toda etapa que cierro con mi bebé implica un adiós definitivo. Por ejemplo: el fin de la lactancia. Odié la lactancia todo lo que pude la primera semana (la primera semana después de un parto todo sin excepción es horrible y por eso la naturaleza es sabia y hace que el bebé duerma como 20 de las 24 horas del día). Pero pasada una semana, me volví una vaca lechera experta y amamanté a mi bebé casi que exclusivamente durante los primeros 6 meses, y luego, cuando ya empezó a comer verduras, papillas, compotas, etc., continué alimentándola hasta los 8 meses y medio... hasta que se volvió televidente y entonces le pareció que es mejor ver Baby TV que chuparle a la mamá y no volvió a concentrarse en comer más de 10 o 15 segundos seguidos... 

Que pesar... ya no volverá esa conexión tan íntima, tan intensa, de sentir al bebé pegado, comiendo y mirándolo a uno al mismo tiempo (oí que los humanos somos los únicos mamiferos que podemos mirar a los ojos a la cría mientras los alimentamos).

Si la lactancia es algo tan importante para la salud de los bebés, para la salud en general (y para que la materna adelgace rápido) la licencia de maternidad debería durar al menos 6 meses. Es muy difícil sostener la lactancia cuando de vuelve a trabajar: la leche se riega, se sale a destiempo, uno no logra conciliar los horarios, no siempre se sale de la oficina a la hora planeada. Todo está diseñado para que la lactancia termine el día en que uno vuelve a trabajar.

(A propósito de lo anterior, dos cosas: 1) por favor un diseñador industrial que diseñe un protector de lactancia que sí sirva. Es un producto que aún está pendiente de invención. Los que existen se corren, se caen, se mueven del brasiere. Usé varias marcas. Ninguno me sirvió. Si no tuve accidentes vergonzosos fue porque me volví obsesiva con el tema. 2) en consecuencia de lo dicho, hay que tener precauciones. La precaución mayor es prever que si uno hace ejercicio y se acalora aumenta la producción de leche. A mi nadie me lo dijo a lo mejor porque no hago ejercicio, pero "hacer ejercicio" puede ser caminar. Un día me fui a una laaaaaarga caminata bajo el sol y... afortunadamente tenía camiseta negra. Otra vez me fui a un matrimonio elegantísimo y después de bailar un rato tuve que meterme a un baño literalmente a ordeñarme como 20 minutos).

Moraleja: No llorar por la leche derramada.

Pero el fin de la lactancia no es el único desprendimiento: la bebé crece rápido, la ropa le queda chiquita y me da un pesar enorme desprenderme de esa ropita. Como mientras duró la licencia le tomé fotos casi a diario, cada atuendo es una foto y cada foto es un recuerdo de un sitio, un paseo, una experiencia... 

Leo lo que escribía hace un año, el tono con que escribía, y el tono con el que escribo ahora. Me volví cursi, melancólica, trascendental. Me volví mamá, irremediablemente, pese a todas las advertencias. 

Y sí, como todas las mamás, pienso que mi bebé es de exposición, es fuera de concurso.