miércoles, 5 de septiembre de 2012

Un mes después

Tenía ganas de escribir desde hace días pero no había podido porque aunque hace un mes no trabajo, vivo ocupada: Amamantar es toda una tarea (de la que hablaré más abajo), y cuando termino de amamantar hay que sacar gases, y luego cambiar el pañal, y luego arrullar hasta que la bebé se duerma y cuando se duerme mi mamá y mi esposo aspiran que me duerma yo también, pero no soy capaz de dormir por ejemplo de 11:00 am a 1:30 pm... entonces en esos ratos me conecto con el exterior, leo noticias, reviso el correo y constato que el mundo sigue tal cual aunque el mío esté total y felizmente trastocado. Alicia cumplió un mes ayer.

Escribo con dificultad porque tengo una férula en la mano izquierda que me inmoviliza el pulgar. Tengo el síndrome de Tendosinouvitis De Quervain que es una cosa dolorosísima en la mano que me impide mover el dedo y hacer cosas simples como abrir una puerta. La causa: el embarazo. Uno acumula líquidos y los míos se acumularon en un canal de la muñeca por el que van los tendones... eso fue lo que entendí. Tengo que hacer ejercicios para recuperar la movilidad porque si no lo logro en dos semanas me tendrán que infiltrar.

Esa no es la única cosa que me ha pasado en el último mes. De la cesárea ni hablar. La anestesia en la espalda duele mucho. Uno siente como un ejército pisando la espalda. Una presión enorme. Luego el médico me dijo: "Va a sentir todo pero no le va a doler" y efectivamente uno siente el bisturí cortándolo... y aunque no duele, las flojas como yo preferiríamos no sentir. En fin, todo eso se olvida cuando uno ve al bebé, es cierto... Alicia nació a las 10:50 am. Primero la oí llorar y luego la vi, hermosa y peludita... más limpia de lo que se ve en las películas de TV. Yo me la imaginaba untada de líquido amniótico y sangre pero ella no llegó así a mi. Luego se la llevaron a vestirla, a mostrársela al papá y a mi mamá, mientras a mi me terminaban de operar.

Entonces la cosa es así: uno está dichoso, medio adolorido pero feliz con la bebé, con ganas de comentar con la familia que ya nació, a quién se parece, mírenle el puntico que tiene por nariz, cosas así, cuando llega una enfermera a advertir que la materna no puede hablar porque se llena de gases y eso duele. Entonces llegan las visitas, todos hablan, opinan, y uno coma callado. Y yo me tomé en serio esas recomendaciones médicas porque en la clínica, luego de la cesárea, me desmayé 2 veces... unas bajas de presión tenaces, así que más me valía cuidarme mucho para soportar lo que se venía.

El dolor se olvida entonces cuando uno ve a la bebé, pero después de haberla visto el dolor reaparece. Las molestias de los primeros días son todas: la herida, la dificultad para caminar, para sentarse, para acostarse... y encima la amamantada... La naturaleza no es sabia. Si fuera sabia la mamá se embarazaría y el papá amamantaría al menos la primera semana... O el bebé empezaría a comer una semana después de nacer. Amamantar con una herida de esas es para machos!!!

Con razón le hacen tanta publicidad al tema de la amamantada. Eso al principio es horrible. HORRIBLE. horrible horrible horrible. El bebé no sabe chupar, uno no sabe darle, la leche se riega y moja el brasier y la blusa, o no sale, o sí sale pero uno cree que no porque uno siempre piensa que el bebé quedó con hambre. Y encima los senos pesan, duelen, se rajan, sangran. Entonces, uno odia amamantar pero viene el marido, el médico, el cuñado, el hermano (todos los hombres cercanos) a recordarle a uno lo importante que es la leche materna, que tiene todos los nutrientes, etc... y uno se siente la peor mamá del mundo cada vez que toca darle un tetero de leche de tarro. 

Como si este panorama no fuera suficiente, a los 4 días del parto se me empezaron a hinchar los pies... tanto tanto que el sólo nombre lo explica: me dio una cosa que se llama "Pies de elefante", por la retención de líquidos y la anestesia. Se borraron no sólo mis tobillos sino también las rodillas. Eso se quita caminando mucho, pero el problema es que como camina uno si ningún zapato le sirve... pasé una semana con unas chanclas de mi marido.

Afortunadamente, después del tsunami inicial, todo empieza a volver a la normalidad. Los pies se deshinchan, la herida duele menos, uno se vuelve un poco más hábil para la lactancia, la anemia inicial empieza a curarse y además uno empieza a adelgazar, porque hay que decir que yo salí de la cesárea con una bebé grande y una barriga del mismo tamaño que tenía antes que ella naciera...Esas fotos de modelos que exhiben su bebé de un mes y una cintura de avispa sólo son posibles gracias al photoshop. Por fortuna no me dio depresión postparto ni baby blues ni esas cosas, pero me parece perfectamente normal que eso dé: uno pasar de una actividad laboral intensa a estar todo el día solo en un apartamento, mientras el marido trabaja, con un bebé que llora y llora y llora y uno no sabe ni qué hacerle, y así día y noche...

Dicho esto, confieso que estoy perdidamente enamorada de mi bebé. De solo pensar en que en unos meses volveré a trabajar me da una angustia espantosa. Quisiera ganarme el baloto ya para no tener que trabajar más y quedarme todo el tiempo al lado de Alicia. Me fascina en primer lugar su olor, y que mantiene calientica. Las miradas, las sonrisas, los sonidos... todo es bonito y permite que uno hasta se levante con ánimo cada 2 horas o 3, durante toda la noche, a amamantarla.

Hace una semana salimos a comer con San Juan el médico, y su esposa. Fue mi primera salida nocturna después del parto. La esposa de Juan, que también es médica, me contó que ella estaba muy estresada sabiendo que mi bebé venía con el cordón umbilical alrededor del cuello. Eso como que es más riesgoso de lo que yo supuse. Afortunadamente estuve tan tranquila al momento del parto y sólo dimensioné el riesgo después. Cuando me quitó los puntos, Juan me dijo que en algunos meses muchas de las molestias de esos primeros días se me habrán olvidado. Eso pasa con todos los mamíferos... si no, no volverían a embarazarse. No sé si yo olvide todo o sólo parte, pero por si las moscas, acá quedó escrito, en este ratico que me dejó libre Alicia, mientras ella duerme plácidamente, haciendo ruidos y gruñidos como el ñarrido de un gatico.