jueves, 24 de enero de 2013

Ella allá y yo acá

El 19 de diciembre volví a trabajar. Lloré como una viuda los días previos, imaginándome una separación imposible e ineludible de mi bebé. ¿Cómo sería posible vivir separada de mi bebé 8 horas al día o más? Yo no lo veía posible y por eso lloraba como si fuera una presa a la que le dan unos días de permiso pero sabe que más pronto que tarde volverá a la cárcel.

Y la gente no ayudaba. Todo el mundo me decía que esos primeros días laborales eran lo peor, que separarse del bebé es durísimo, las mamás contaban su experiencia de llanto por semanas, dos tías me dijeron que ellas dejaron de trabajar... en fin. Entre mis opciones no estaba dejar de trabajar, así que me aferré al comentario que un día me hizo Cecilia Orozco, una periodista que admiro y que en alguna ocasión, cuando le conté mi angustia por volver a trabajar me dijo: "vas a ver que eso es lo mejor para las dos".

Y sí. Duro y todo pero ha sido bueno para las dos. Para mí porque recuperé mi rutina, mi vida social y profesional. Tengo ya otros temas de conversación con mi esposo, todos los días veo gente distinta y eso es sano no sólo para mi sino también para él... y para la bebé porque está bien cuidada y ya no depende solo de mí. Se ha vuelvo más sociable y acepta más fácil a terceras personas. Eso está bien.

Eso sí, vivo a las carreras: salgo por la mañana, regreso al medio día para almorzar con ella, vuelvo a la oficina por la tarde y regreso tan pronto como puedo, que no siempre es tan pronto como quiero. Hago relevos con mi marido porque en todo caso la persona que nos cuida a la bebé trabaja hasta las 6:00 pm. La vida se ha vuelto una carrera contrareloj por cumplir con los horarios pese a los trancones, la dificultad para conseguir taxi, etc. pero el esfuerzo vale la pena.


La bebé crece a pasos vertiginosos. Ya se sienta, ya come frutas, ya juega y responde a los juegos... cada día es un avance. Cada día es menos bebé. Apenas tiene 5 meses y medio pero siento nostalgia por los días idos, por cuando cabía en mi brazo o cuando la amamantaba más. Creo que ser mamá es vivir con angustia, comer sobrados y ser feliz así. Vivir con angustia chiquita permanente: angustia por saber que está bien, que no le falte nada, que esté sana... que la traten bien, que todos la quieran... que ella nos quiera.

Pero también es la alegría inmensa de volver del trabajo y ver su sonrisa, que borra cualquier rato maluco que haya podido haber a lo largo del día. Su sonrisa es la recompensa por cada día de trabajo.

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